sábado, septiembre 10, 2005

(Capitulo 6)

DIA DE QUIRÓFANO

Era un día especial. El sol había salido a sonreírme y yo me sentía como un niño con zapatos nuevos. Era mi primer día de quirófano y para mí significaba mucho.

Ya durante el desayuno acribillé a preguntas tanto a Chicho como a Fernanda. Lo quería saber todo sobre las operaciones. Como fisioterapeuta me hacia mucha ilusión asistir a quirófano y no veía el momento de empezar las operaciones. Llegamos al vestuario, me puse el pijama de quirófano, el gorro, la mascarilla. Fue como un ritual sagrado previo a la gran ceremonia donde los dioses en forma de sanitarios iban a aliviar los males de los pobres humanos. Así me sentía yo.

Entré en quirófano y, desde ese momento, no perdí ni un solo detalle de lo que allí sucedía. Chicho me explicaba un caso tras otro mientras con excelente maestría, adquirida tras muchos años de experiencia, operaba paciente tras paciente. Fernanda le asistía de una manera precisa. Se anticipaba en todo momento a los pensamientos de Chicho. No hacia falta que se hablaran, Fernanda sabía a cada momento el instrumento que él necesitaba. Cómo se notaba que llevaban 20 años trabajando juntos.

Tras 4 horas de intenso trabajo por fin acabamos. Si hubiera sido por mí nos hubiéramos pasado todo el día operando. Estábamos contentos ya que sabíamos que, al menos, habíamos conseguido que alguien que antes a duras penas andaba o, en algunos casos, alguien que se movía arrastrándose ahora podría caminar.

Con esa satisfacción fuimos a comer y ya sabéis lo que se hace los días que se está contento, pues eso hicimos nosotros, ¡nos fuimos de compras! Yo había venido casi con lo puesto y necesitaba un nuevo vestuario, algo que me hiciera pasar por uno más de los de aquí. Beemha nos llevó a una tienda de telas. Parecía un enorme arco iris, había telas de todos los colores. No sabía por donde empezar. Al final me decanté por el naranja ya que, junto con el verde, son los colores de La India. También compre una tela negra con ribetes dorados y otra color crema con acabados en verde. Ya solo faltaba ir al modista que por casualidad estaba enfrente del campamento. Nos tomó las medidas y como verdaderas marujas discutimos como debían ser las camisas y los pantalones. Uno los quería con botones, el otro con goma, que si camisa con cuello, que si camisa estilo Mao. ¡Vaya cuadro! Se que lo que os voy a decir os va a dar envidia pero, ¡haber venido conmigo!. La factura total entre tela y modisto por 3 pantalones y 3 camisas ascendió a ¡1000 rupias! o lo que es lo mismo ¡20 €! ¿Os lo podéis creer?

El día había sido completo, quirófano y compras, ahora tocaba cenar algo y tomarnos unas cervecitas a la luz de la luna India mientras disfrutábamos no solo del placer de la bebida, sino del placer del trabajo bien hecho. Ese día dormí con una enorme sonrisa dibujada en mis labios.

¡Amor para todos!

No hay comentarios :