miércoles, agosto 24, 2005

(Capitulo 4)

Tenía todo el fin de semana por delante para conocer a mis nuevos compañeros y familiarizarme con mi nueva casa. Pero primero os hablare del campamento, de RDT. No es bonito ni feo, diferente a todo lo que le rodea. Es como un oasis en medio de un desierto, o si lo preferís, es como una gota de calma en un mar tempestuoso. Salir de RDT es adentrarse en el caos, en el ruido, la polución, meterse hasta el fondo en un paisaje de locura y descontrol que es lo que es Anantapur. El campamento se compone de casitas de una sola planta. Las hay grandes y pequeñas pero, en general, son cómodas y agradables, suficiente para estar aquí una temporada. Tras pasar el control de los guardias de la entrada se abre una larga y espaciosa avenida salpicada de pequeños y frondosos árboles de los que, a veces, cuelgan simpáticos monos. Al principio de la avenida, a ambos lados se encuentran las diferentes oficinas de RDT y, más a la izquierda, están las viviendas de la familia Ferrer. Si seguimos recto por la avenida principal nos encontramos las casas de los trabajadores de RDT que por una u otra razón no viven en la ciudad. Un poco más adelante está la famosa y concurrida tienda de la Fundación. Si entráramos nos encontraríamos con Alex y Natalie que son los occidentales que la llevan junto con personal indio. Más de uno ya nos hemos dejado un buen fajo de billetes comprando todo lo que se nos pone por delante, desde típicos vestidos indios pasando por anillos y pulseras hechos de madera de coco, tapices y sandalias, etc.… Tras pasar la tienda y hasta el final se encuentran las casitas de los voluntarios y visitantes. A su izquierda, por detrás, están la cocina y la biblioteca junto con la sala de actos. Todo lo que queda a la izquierda de la cocina son más casa de trabajadores y las cocheras. ¡Ah! Se me olvidaban mis queridos chuchos que patrullan sin descanso en un grupo de 5 ó 6 todo el campamento y no dejan vivo al pobre animal que ose entrar sin su consentimiento, ¡menudos son!

Ahora que os he descrito mi nueva casa os hablaré del fin de semana. Fue tranquilo ya que la mayoría de los voluntarios se habían ido a Bangalore a celebrar el cumpleaños de Joana, una menorquina que hace las funciones de secretaria del bueno de Vicens. Así que estaba más solo que la una. Menos mal que al final apareció algún visitante por allí y como no tenía nada mejor que hacer me uní a ellos. Visitamos una serie de proyectos de la Fundación. Primero vimos una pequeña presa, que aunque no muy grande, en una región tan seca como esta, agua es sinónimo de vida. Más tarde estuvimos en un proyecto de agricultura y finalmente fuimos a un pequeño poblado donde RDT había construido casas y a las familias más numerosas y pobres les había regalado búfalas (ya que aquí se bebe mucha leche de búfala). Me emocionó el discurso de una mujer de mediana edad (aquí eso debe ser unos 25 años) que durante un cuarto de hora nos habló de cómo la Fundación a través del proyecto “mujer a mujer” la había enseñado a leer y a escribir y cómo todo junto había dado un nuevo sentido a su vida y le había proporcionado una autoestima de la que, por desgracia, carecen la mayoría de mujeres en La India. A mi casi se me saltan las lagrimas pero a Imma, que estaba a mi lado, se le saltaron como si del ultimo capitulo de Heidi se tratara.

El resto del grupo lo completaban Jordi y Pepa, un matrimonio muy majo de Valencia (un besote para vosotros). Y, finalmente, Robert y Jordi, un par de amigos de Sabadell que se iban a pasar la nada despreciable temporada de 6 meses por La India (unos verdaderos héroes, eso es lo que son).

El domingo por la tarde aparecieron dos personas con las que, desde ese momento, iba a compartir la mayor parte de mi tiempo. Eran Chicho y Fernanda. Chicho es un traumatólogo de Barcelona, de unos 55 años pero con el espíritu y la energía de un chaval de veintitantos. Un pedazo de persona de la que he aprendido mucho y de la que espero seguir siendo amigo durante mucho tiempo. Luego esta mi querida Fernanda, enfermera instrumentista que es la mano derecha de Chicho y que son el uno al otro como Quijote y Sancho Panza, diferentes pero inseparables aun sin ser pareja (mas de uno lo pensamos al principio). Fernanda es una mujer de las que hay pocas, siempre ayudando y preocupándose por todos, es muy cariñosa pero no os confundáis ya que menudo genio tiene la condenada cuando se cruza. Juntos hemos pasado buenos y malos momentos, como mas tarde leeréis, de esos momentos que solo recordarlos se te dibuja una enorme sonrisa en tu cara y te hacen sentir muy bien.

Y así transcurrió el fin de semana, el primero en La India.

¡AMOR PARA TODOS!

1 comentario :

Anónimo dijo...

aí està ! a que a todos (y todas) nos parecía que lo conociamos perfectamente. Y, ahora qué?
Eres un nido de sorpresas, de hecho siempre lo has sido. Sigue, aprende, descubre i ama, que lo sabes hacer muy bien!
un abrazo, Alberto